+57 es el nombre de la canción con la que bautizaron la gran colaboración de los artistas más mainstream de Medellín. Ha generado opiniones diversas respecto a lo que se supone debería ser una gran “ópera prima”; lastimosamente, el resultado parece ser completamente diferente. Hoy quiero hacer un análisis técnico desde una óptica que podría resultar interesante a quienes están inmersos en la industria musical.
Aclaro que esto es una opinión personal; lo antepongo porque, cuando se debe opinar sobre música mientras haces parte de la industria musical, se dibujan conflictos de intereses que se señalan como envidia, celos o falta de objetividad. Por el contrario, esta postura está realizada desde una labor objetiva, viéndolo como lo que es: un producto y los fallos que pudo tener en su desarrollo.
NOMBRE
Comencemos por el nombre. +57 es el código internacional de marcado telefónico asignado a Colombia, lo cual podría ser una buena idea en teoría, pero que en la práctica falla, principalmente porque el roster de artistas involucrados no representa musicalmente a un país, sino más bien a un sonido de una región específica: Antioquia, particularmente Medellín. Este es el primer error, porque no se evidencian más exponentes de otras regiones del país, a excepción de DFZM en representación de Buenaventura.
Esto termina convirtiendo una buena idea en una pretenciosa, una idea que globaliza al país y autoproclama este track como el representante definitivo del sonido urbano colombiano, cuando en realidad solo resume lo que ha sido desde hace décadas el ya desgastado flow del reguetón paisa. La idea del título pudo haber sido buena, pero debió habérsele calculado su impacto para quienes ni por sospecha se sienten identificados con ese sonido. Creo que el título correcto, conservando la idea original, debió haber sido: +57 (604), para dejar claro que, utilizando el código internacional de marcado, la canción es de Colombia y corresponde a Antioquia, y así no pecar de pretenciosos.
LETRA
El argumento principal gira en torno a describir el modus vivendi de una adolescente de 14 años con muchas curvas, consumidora de cannabis, con una estética de grilla que sale a las 2:30 de la mañana de fiesta a la discoteca. Su personalidad es la de una adolescente con problemas de autoridad, con tendencias bisexuales e infidelidad normalizada, que la convierten en objetivo sexual constante. Una radiografía muy usual en la generación Alfa, centennials y una porción de los millennials. El único problema es que se trata de una menor, y eso altera completamente la percepción.
En un país donde el maltrato infantil es recordado al menos tres veces al año por casos mediáticos que suelen terminar en infanticidios; en una región donde la instrumentalización femenina es pan de cada día para la industria pornográfica, la prostitución y la explotación sexual; sumado a una ciudad como Medellín, en donde el turismo sexual es reconocido mundialmente por quienes lo practican y al día de hoy es un fenómeno fuera de control, esto no ayuda.
El artista J Balvin ya estuvo inmiscuido en señalamientos por el contenido sexualizado de sus letras, como lo sucedido con “Perra” en colaboración con la dominicana Tokischa, que resultó en un aluvión de críticas que culminaron en la eliminación del video oficial, reemplazado por un video de disculpas del artista.
Maluma pasó por una situación similar con su canción “4 Babys”, y supondría uno que evitar caer en polémicas innecesarias por el uso políticamente incorrecto de temas sensibles en la letra de una canción era una lección aprendida; tal parece que no. +57 se tropieza con la misma piedra y la polémica está servida.
A mi criterio, esto sucede por descuido. Ninguno de los artistas que aquí colaboran necesitan acudir a la indignación ni a la polémica colectiva para lograr visibilidad. Hablamos de la crema y nata del reguetón mainstream colombiano, que ya de por sí tienen un megáfono amplificador gigante en audiencia por individual y que se quintuplica en colectivo; así que no lo necesitaban. Esto sucede más bien por no tener un director artístico ni un supervisor musical en la creación de una ambiciosa obra como esta y dejarle todo “al flow”. Como toda canción colaborativa (featuring), se parte de un tema principal y los invitados derivan su composición en función del argumento. Especulo que el compositor caleño Keytyn fue quien propuso el punto de partida (no conozco esos detalles), pero lo que sí es seguro es que alguien en todo el grupo artístico involucrado pensó que poner como protagonista de este track a una adolescente menor de edad con 14 años y cuerpo voluptuoso era una buena idea. Los demás terminaron de “pulir” su personalidad volviéndola una grilla consumidora de cannabis, que se vuelve bisexual cuando consume alcohol mientras se escapa de su casa y encima es infiel. El resultado es el personaje de ficción perfecto para indignar a cualquiera, porque en la realidad ese perfil no es imaginario, sino tristemente más real de lo que debería.
MÚSICA
El instrumental estuvo a cargo del productor Ovy on The Drums, a una velocidad de 92 BPM a cuatro cuartos en Do sostenido menor, algo muy usual en la fórmula del reguetón paisa que ha funcionado por décadas y tal vez esta zona de confort sea al mismo tiempo su gran pecado. En realidad, no hay nada novedoso más allá que un lavado de cara a las baterías de siempre, con la cadencia de siempre y la estructura de siempre, y no porque el productor no tuviera más posibilidades; todo lo contrario, producciones anteriores han dejado ver lo creativo que puede ser Ovy On The Drums a la hora de crear un beat, pero en este sencillo esa creatividad no estuvo del todo presente.
La falta de riesgo al jugársela por cambiar el género base, la modificación de la estructura, recurrir a un bridge, hook, precoros o estribillos; modificar la estructura de versos, cambiar patrones de baterías, reemplazar golpes y personalizar un poco el acompañamiento para ese flow estilo pop que después de 8 barras se vuelve soso hubiera ayudado para darle mucho dinamismo a una canción en donde intervienen tantas personas. Lastimosamente, el resultado es una pista genérica que no aporta nada nuevo, no impresiona y queda eclipsada por la falta de emociones que no genera más allá del punch logrado en mezcla y master. Tristemente, un instrumental que pudo haber hecho cualquier inteligencia artificial.
INTERPRETACIÓN
Por regla general, si la pista no motiva, la responsabilidad recae en la interpretación. Pero partiendo de la base de que los aquí involucrados son en su mayoría cantantes de pop, no se puede esperar mucho. Lo que sucede cuando tienes un ritmo monogenérico como el reguetón y una interpretación monotemática como la del pop urbano es el fenómeno de suma cero, en donde el impacto de uno es anulado por el otro y viceversa, y en el peor de los casos ambos se anulan hasta la neutralidad, haciendo que la interpretación pase sin pena ni gloria. Diferente a la carga de interpretación emotiva que pudimos ver en “200 copas” de Karol G.
No hablaré del flow de los artistas porque es muy subjetivo; cada quien tiene su forma y estilo en el delivery, y es al final la audiencia quien elige con quién se siente representado. La óptica aquí se basa en el global de la obra, viéndolo como una sola canción con siete momentos que pasan desapercibidos por la pasividad de una interpretación ínfima que vuelve a forzar esa recalcitrante fórmula que pide a gritos que la dejen morir ya.
CONCLUSIONES
+57 será un track exitoso sin duda, tal vez más servido por la polémica que por la calidad. Un equipo que quiso representar a Colombia como selección en una final de grandes ligas, pero que prefirió jugar el partido en una cancha del parque sin exigirse de a mucho.
Evaluarán los autores si hay mérito artístico en escuchar una obra por el morbo mediático de su floja calidad en vez de haber sido el gran junte que prometía ser.
No hay que culpar a nadie; estas cosas pasan en toda la industria del entretenimiento, ya que cumplir las expectativas ajenas es el gran reto, y si le pasó a la segunda parte del Joker con Lady Gaga, también le puede pasar a +57.
Lo único que queda es el aprendizaje, entender que el riesgo de las apuestas debe analizarse antes de destilar flow es el paso responsable, comprender que hacer música y crear música conlleva no solo responsabilidades artísticas si no también sociales máxime cuando se es un referente de exposición pública y que lo que hagas importa, así lo hagas mal.
Gracias